Aproximación a la obra de Emily Dickinson


Emily Dickinson fue una poeta estadounidense cuya poesía apasionada ha colocado a su autora en el reducido panteón de poetas fundacionales norteamericanos que hoy comparte con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. Emily Dickinson pasó gran parte de su vida recluida en una habitación de la casa de su padre y, excepto cinco poemas (tres de ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora lo supiera), su ingente obra permaneció inédita y oculta hasta después de su muerte. “Fui a la escuela pero no tuve instrucción”, escribió una vez Emily.

Fue su hermana menor Vinnie la "descubridora" de las obras de Emily tras su muerte, y se convirtió en la primera compiladora y editora de su poesía.

De Emily Dickinson se conserva una carta que le escribió a una amiga a los 11 años: “Hoy es miércoles, y hubo clase de oratoria. Un hombre joven leyó una composición cuyo tema era Pensar dos veces antes de hablar. Me pareció la criatura más tonta que jamás haya existido, y le dije que él debiera haber pensado dos veces antes de escribir”.

Además la niña estudiaba canto los domingos, piano con su tía, y también jardinería, floricultura y horticultura, estas últimas pasiones que no la abandonarían hasta el fin de su vida.

La educación de Emily Dickinson fue, por tanto, mucho más profunda y sólida que las de las demás mujeres de su tiempo y lugar. Sin embargo, en ocasiones la muchacha (cuya salud no era muy buena) se sentía saturada y sobreexigida. A los 14 años escribe a una compañera una carta donde dice: “Terminaremos nuestra educación alguna vez, ¿no es verdad? Entonces tú podrás ser Platón y yo Sócrates, siempre y cuando no seas más sabia que yo”.

La vida privada de Emily Dickinson ha estado siempre oculta a la vista del público, pero no hace falta más que echar una mirada a sus poemas para descubrir en ellas una coherencia, pasión e intensidad extraordinarias. La mayor parte de su obra se ocupa de su amor hacia un hombre (jamás mencionado por su nombre) con el que ella no podía casarse.

Lamentablemente, como la poesía de Emily fue publicada en un orden completamente arbitrario, no puede hoy en día distinguirse ninguna secuencia cronológica concreta.

Si bien Emily no se oponía a que la gente leyese sus poemas (le leía algunos a su prima y escribía otros para su cuñada), no dejaba que cualquiera los leyera. Aparte de los mencionados miembros de su familia, todas las demás personas que en vida de la poeta leyeron sus trabajos eran profesionales de la literatura: escritores, críticos, profesores o editores, y pueden contarse con los dedos de una mano.

Sin embargo, sus poemas y sus cartas demuestran que es falsa la apariencia de monotonía y enfermedad mental que erróneamente muchos atribuyen a estos últimos años de la artista. Las misivas de esta época son poemas en prosa: una o dos palabras por renglón y una actitud vital atenta y brillante que encantaba a los destinatarios.

Cuando murió su sobrino menor, el espíritu de Emily, que adoraba a ese niño, se quebró definitivamente. Pasó todo el verano de 1884 en una silla, postrada por el Mal de Bright, la misma nefritis que acabó con Mozart. A principios de 1886 escribió a sus primas su última carta: “Me llaman”.

Poco después de la muerte de la poeta, su hermana Vinnie descubrió ocultos en su habitación 40 volúmenes encuadernados a mano, que contenían la parte sustancial de la obra de Emily: más de 800 poemas nunca publicados ni vistos por nadie. El resto de su obra la constituyen las poesías que insertaba en sus cartas, la mayoría de las cuales pertenecen a los descendientes de sus destinatarios y no se hallan a disposición del público.